Recuerdos que invaden la mente cuando menos te lo esperas, en el momento en que peor estas del día o en el que más feliz estás.
Recuerdo cuando salia del colegio y mi madre me preguntaba "¿qué has hecho hoy?" y le contaba algo ilusionada, y ella se sorprendía también. Ella sabía que eso que le contaba era cualquier tontería, pero aun así compartía la ilusión conmigo.
Recuerdo cuando teníamos esos pequeños piques entre amigos, esos piques por pequeñas cosas pero que en ese momento eran un mundo; piques que se solucionaban con una partida a las canicas, a los tazos o corriendo un rato jugando al escondite.
Recuerdo cuando suspendí el primer examen y pensé "me van a matar" y hoy estoy escribiendo este texto.
Recuerdo cuando entré al instituto y pensé que todo iva a ser más difícil e iba a costar muchísimo, y luego fue más fácil de lo que creía.
Recuerdo el primer beso, ese beso que nunca olvidaré. Recuerdo las noches en vela llorando en la cama mientras mis padres creían que dormía, intentando no hacer ruido para que no me escucharan y no me preguntaran qué me pasaba. Recuerdo cuando después de un día asqueroso de clase o de un día que quieres olvidar, llegaba a casa y me preguntaban haber qué me pasaba y siempre decía que nada.
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